La traducción automática, es decir, la traducción realizada por sistemas informáticos (con o sin intervención humana) empieza a desarrollarse en la década de los cincuenta. A medida que la traducción automática (TA) se ha ido optimizando, también ha aumentado su uso. Pero desde luego, ha sido con el lanzamiento en la red de herramientas gratuitas de traducción automática (como el conocido Google Translate) que el uso de este método de traducción ha crecido considerablemente entre el público general.
Es comprensible: si necesitas traducir un pequeño texto para entender a grandes rasgos su significado, es lógico que no contrates a un profesional para ello. Seguramente, el objetivo y la calidad que esperas de esa traducción no requieren ni de precisión, ni de perfección ni de profesionalidad, ya que probablemente ni siquiera sea un texto dirigido al público. En estos casos, el uso de herramientas de traducción automática cumple con lo que buscas:
- Consigues una traducción inmediata.
- Es gratuito (también existen herramientas de traducción de pago, que ofrecen una mejor calidad).
- Es fácil de obtener (tan solo con copiar o escribir el texto, herramientas como Google Translate o DeepL te muestran el resultado en otro idioma).

Además, con los avances tecnológicos las herramientas de traducción automática se siguen desarrollando. Ahora mismo, existen en el mercado tres tipos principales de traductores automáticos: basados en reglas (reglas lingüísticas y diccionarios bilingües), estadísticos (corpus monolingües y bilingües) y neuronales (simula las conexiones de ideas que realizan las neuronas para formar asociaciones).
Incluso, las herramientas de traducción más sofisticadas se pueden entrenar para que ofrezcan cada vez una mejor calidad (aunque con sus consecuentes y necesarios costes de tiempo y dinero).

Pero si estas son las ventajas, ¿por qué no ha desaparecido la profesión del traductor/a?
Teniendo todo esto en cuenta, te preguntarás por qué los traductores profesionales siguen siendo esenciales.
Vamos a descubrir la razón con un ejemplo. Necesitas traducir un correo electrónico al inglés para un posible socio o cliente. Como lo tienes a mano, usas un traductor automático. Una vez has obtenido el texto meta (es decir, en la lengua de destino), ¿envías directamente el texto sin revisarlo previamente?
Apostamos a que no. Seguramente, en esas ocasiones tienes que releer el texto final y hacer modificaciones y correcciones. Hay palabras mal traducidas porque no son correctas en el contexto, o el registro es demasiado informal como para enviarlo a un cliente. Esa corrección requiere de buenos conocimientos de la lengua de destino.
Es decir, sea como sea, el factor humano sigue siendo clave para obtener traducciones de calidad.

Por muy bien desarrollada que esté una herramienta de traducción automática, hay ciertos aspectos que solo un humano puede reconocer:
- tono del texto
- ciertos juegos de palabras, ironía o doble sentido
- reconocimiento del impacto (emocional) que produce una palabra u otra en el lector
- objetivo del texto
Además, un traductor profesional está especializado en el ámbito del texto que se debe traducir: esto significa que conoce las reglas o normativas y costumbres en cada lengua.
Eso sin olvidar el factor cultural: por ejemplo, un traductor automático no puede saber si una pregunta directa en cierto lugar del texto sonaría demasiado agresiva en la lengua meta, porque es más común en esa cultura hacer una pregunta indirecta en ese caso.
Un traductor profesional puede adaptarse al registro del texto de origen y mantener el estilo del autor o autora (si es adecuado).
Tema aparte, en el trabajo con un traductor profesional siempre hay un canal abierto de comunicación para expresar necesidades, requisitos (léxico específico de la empresa, por ejemplo) o deseos.
¿Qué conclusión extraemos de todo esto?
Como vemos, la traducción automática es una herramienta muy útil: en algún caso puede servir para obtener un primer borrador de una traducción (sobre todo si no buscamos una calidad a nivel empresarial) o incluso complementar el trabajo de un traductor profesional.
Sin embargo, nunca funciona sola, siempre es necesaria la intervención humana en el proceso. Y si puede ser por parte de un profesional de la traducción, mejor.
En Siens confiamos en la experiencia, trabajo y excelentes conocimientos de las personas y vemos la traducción automática como lo que es: una herramienta que en ocasiones puede ser eficiente a manos de un traductor o traductora profesional.